martes, 19 de abril de 2016

¿Vale la pena que nuestros hijos ESCUCHEN lo que DECIMOS?

Por Laluz - Bogotá DC, Colombia

Por estos días tuve la oportunidad de leer en el libro de Moroni, capÍtulo 7 lo siguiente: "Y ahora yo, Moroni, escribo unas pocas de las palabras que mi padre Mormón habló...", y recordé que el fuerte de Moroni no era precisamente escribir, pero sin embargo él había decidido hacerlo para dejar registradas las enseñanzas de su padre. 

He meditado y pensado mucho en esta escritura, y me he preguntado ¿mis hijos tomarían tiempo para escribir lo que yo les enseño o lo que me escuchan hablar?; ¿es valioso lo que sale de mi boca hacia ellos, o realmente sería mejor por momentos que me quedará en silencio?


Así que hoy deseo compartir con ustedes algunas de mis citas favoritas en cuanto al tema, que nos inspiran y llenan de resolución, para hablar y expresarnos de la mejor manera. 


Para nosotras:
Esposas, ¿han considerado la lengua desenfrenada de sus bocas, o el poder que sus palabras tienen para bien o para mal? ¿Cómo es posible que una voz tan hermosa, que por naturaleza divina es tan angelical, tan cerca del velo, tan instintivamente tierna e inherentemente amable, pueda de pronto volverse tan estridente, tan cortante, tan agria y agresiva? Las palabras de la mujer pueden ser más punzantes que cualquier puñal que se haya creado, y pueden ocasionar que las personas a las que ustedes aman se retraigan tras una barrera más distante de lo que se imaginaron al empezar la conversación. Hermanas, en el espléndido espíritu que poseen no hay lugar para expresiones mordaces o ásperas de ninguna clase, ni siquiera los chismes, las murmuraciones o los comentarios venenosos. Que nunca se diga de nuestro hogar, de nuestro barrio o de nuestro vecindario que “la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad… [que quema] entre nuestros miembros”. 

¿Y cómo le hablamos a nuestros hijos?
Debemos tener sumo cuidado al hablarle a un niño; lo que digamos o no digamos, el modo y el momento en el que lo digamos, es de suma importancia en cómo afectará el concepto que un niño se forme de sí mismo; pero es aún más importante al moldear la fe que ese niño tenga en nosotros, así como su fe en Dios. Siempre sean constructivos en los comentarios que les hagan a los niños; nunca les digan, ni siquiera como broma, que son gordos, tontos, perezosos o pocos atractivos. Ustedes nunca lo harían con el intento de causarles daño, pero ellos lo recordarán y tal vez luchen por años para tratar de olvidar y de perdonar. Traten de no comparar a los niños, aunque piensen que tienen habilidad para hacerlo. Tal vez digan de la manera más positiva que “Susana es bonita y Sandra es muy inteligente”, pero todo lo que Susana recordará es que ella no es inteligente; y Sandra, que ella no es bonita. Elogien a cada hijo individualmente por lo que es, y ayúdenlo a escapar de la obsesión que tiene nuestra cultura de comparar, de competir y de nunca sentir que son lo “suficientemente” buenos.

La trascendencia de lo que decimos:
Nuestras palabras, así como nuestras acciones, deben estar llenas de fe y esperanza y caridad, los tres grandes principios cristianos que el mundo necesita tan desesperadamente hoy día. Con palabras como esas, pronunciadas bajo la influencia del Espíritu, se pueden secar lágrimas, sanar corazones; se pueden edificar vidas, restituir la esperanza y hacer prevalecer la confianza.

Que nos regocijemos en la idea de que cuando decimos cosas edificantes y alentadoras al menor de éstos, nuestros hermanos y hermanas y a los pequeños, se las decimos a Dios." La Lengua de Angeles 


Quizás en todas las mejoras que intentamos diariamente hacer, estaría bien ponerle más atención a las cosas que a veces decimos sin pensar. Nuestros hijos son nuestros mayores oidores y pueden ser heridos, o poco edificados, o tomar decisiones y forjar ideas en sus mentes por todo lo que nos escuchen decir ¿Vale la pena que nuestros hijos ESCUCHEN lo que DECIMOS? SÍ, que si valga la pena que nuestros hijos nos escuchen hablar, que ellos sean inspirados, consolados y bendecidos por nuestras expresiones constantes de bondad, amor, fe, esperanza y caridad hacia ellos y hacia los demás; que nos recuerden por las edificantes enseñanzas que expresábamos sin darnos cuenta,que sean tan especiales que hasta (como Moroni) se tomen el tiempo de escribir lo que nosotros hablábamos. 

5 comentarios:

  1. Bessy de Contreras19 de abril de 2016, 16:10

    Muchas gracias por tan edificante reflexión. Como madres en esos momentos de estrés no nos damos cuenta del daño que causamos con nuestras palabras. Muchas gracias por tus palabras y enseñanzas.

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    1. Nos encanta que te haya gustado el post!!! Gracias a ti por leernos y comentarnos-1
      Feliz noche

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  2. Excelente artículo. Gracias por dedicar tiempo para edificar y fortalecer a los demás.

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    1. :D Gracias a ti por dedicar tiempo para leernos y comentarnos, nos encanta que te haya gustado el artículo! Cada semana publicamos uno diferente! ;)

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  3. Excelente artículo. Gracias por dedicar tiempo para edificar y fortalecer a los demás.

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