Decidí escribir sobre este tema basándome en mi experiencia personal y desde ahí quiero comenzar contándoles que soy miembro de la Iglesia desde hace 12 años (o sea, lo que llamamos "conversa"), por lo que crecí rodeada de ideas sobre el papel de la mujer que no están muy ligadas a las enseñanzas de nuestros líderes. Tengo 28 años, lo que hace que haga parte de la generación que no quiere familia, no quiere compromisos o su único compromiso es estudiar y tener un futuro basado en el éxito material; lo cual es otra cosa que va en contra de las enseñanzas del Evangelio. Soy profesional, como muchas de las que leen este blog, así que es "otra patica que le nace al gato", ya que según la sociedad estamos para producir (ganancias monetarias), y de ahí viene mi historia y el título de mi artículo.
El año 2014 fue de retos y aventuras. Primero, porque venía en camino mi primer bebé, así que es un cambio importante (o si no díganmelo ustedes). En lo primero que pensé cuando me dijeron que iba a ser mamá fue en: ¿estoy preparada para este reto? ¿puedo traer a otra personita a este mundo? y miles de cuestionamientos que vienen, miedos y también alegría. Dentro del transcurso de los 9 meses yo estaba trabajando y logré encontrar un equilibro entre los mareos, antojos y cansancio y mi trabajo. Sin embargo, siempre en mi corazón surgía esta pregunta: ¿Y cuando nazca mi bebé, qué voy hacer? Muchos de mis compañeros de trabajo me decían: "contrata una niñera", "que lo cuide tu mamá", "que lo cuide tu suegra", "ponlo en jardín, ya los reciben a los tres meses" y yo en mi corazón decía que no podía, que me daba miedo. Luego se acercaba la fecha esperada, el parto, y seguía con la pregunta de qué voy hacer. Muchas de ustedes dirán: "pues fácil, quédese en la casa", pero para mí no fue fácil. Como dije al inicio del artículo, soy conversa, sin embargo decidí preguntar a la única persona que sabía mis miedos mis temores y mis preguntas.
Decidí ir al templo y preguntar. La respuesta no llegó de inmediato, créanme que no, pero recibí una paz y una tranquilidad que me dejó esperanzada en que la decisión que tomara iba a estar acorde con las enseñanzas de nuestros líderes. En el transcurso de ese mes me encontré con una muy buena amiga y sin saber por lo que yo estaba pasando en ese momento me dijo: “CHICA, HE DISFRUTADO DE ESTE TIEMPO CON MI BEBÉ. LA MEJOR DECISIÓN QUE YO PUDE TOMAR FUE QUEDARME EN CASA CON MI CHIQUITÍN”. Wow. En ese momento supe cuál era mi respuesta: mi bebé, mi prioridad. Igual, debía contar con el apoyo de mi esposo y de verdad que eso lo he tenido totalmente. Sé que las circunstancias para muchas mamás no son ideales para no trabajar o muchas no tienen una red de apoyo. Sin embargo, sé con mucha certeza que es la mejor decisión que he podido tomar, ya que he disfrutado los mejores momentos con mi chiquitina. Sé sin ninguna duda que el Padre Celestial nos muestra el camino y nos coloca personas para que logremos obtener lo mejor de nosotras.
Cierro con esta cita. Esto es lo que un apóstol, M. Russell Ballard dice sobre el tema de la maternidad:
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No existe una sola manera perfecta de ser una buena madre; cada situación es única; cada madre tiene desafíos diferentes, capacidad y habilidades diferentes y, ciertamente, hijos diferentes. Para cada madre y cada familia las opciones son distintas y únicas. Muchas mujeres pueden ser “madres de tiempo completo”, al menos durante los años formativos de los hijos, y muchas otras quisieran serlo. Algunas tienen que trabajar a tiempo completo o a medio tiempo; algunas trabajan en la casa; otras dividen su vida en períodos para el hogar y la familia y períodos de trabajo. Lo realmente importante es que la madre ame profundamente a sus hijos y que, de acuerdo con la devoción que tenga hacia Dios y hacia el esposo, les dé prioridad a ellos sobre todo lo demás.(“Hijas de Dios“, Liahona, junio de 2008, 108-10).
Les quiero mucho y espero que mi experiencia les guste y puedan de verdad sentir el amor que el Salvador tiene para cada una de nosotras, ¡Es magnifico!
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